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Con frecuencia se ha interpretado la misión evangelizadora de la Iglesia, especialmente entre los no cristianos, como una acción de captación, adoctrinamiento, imposición de nuevas creencias que suponían para esos pueblos y culturas la pérdida de su tradición.
Es verdad que en determinados momentos de la historia se ha actuado desde esa mentalidad. Se pensaba que “había que salvar su alma a cualquier precio”, aunque en el fondo había una “buena” intención, la forma era equivocada por no respetar a las personas.
Si volvemos al inicio de la misión, en el evangelio, descubriremos que Jesús siempre actuó desde un diálogo sumamente respetuoso. Si vamos a cómo se desarrolla la misión hoy, sin duda que el diálogo ha vuelto a ocupar su lugar central.
La Navidad es tiempo de compartir, de celebrar y de decirnos lo mucho que nos queremos. Pero, ¿qué pasa cuando nuestras palabras se quedan en el aire? ¿Cuando decimos “Feliz Navidad” sin realmente sentirlo? Este año, te invitamos a reflexionar sobre el verdadero significado de la Navidad y a descubrir cómo nuestras palabras pueden tener un impacto real, profundo y transformador.
¿Cuántas veces hemos dicho “Feliz Navidad” sin pensar en lo que realmente significa? Las palabras, a veces, se repiten sin más, sin tocar el corazón de quienes las reciben. Sin embargo, Jesús nos mostró que las palabras pueden ir más allá de ser solo sonidos: pueden ser vida.
Son años que se lleva adelante un trabajo de ayuda al desarrollo en los países más pobres del mundo. Indudablemente ha habido avances. Pero casi siempre han sido inferiores a las previsiones y a las inversiones hechas, tanto económicas como en personal.
Es hora de preguntarse el porqué de este fracaso que, si bien puede ser considerado relativo, ha supuesto la muerte de muchos miles de personas que podrían seguir viviendo hoy.