"El misionero - dice Francesco - no es solo una cuestión de territorios geográficos, sino de los pueblos, las culturas y los individuos, precisamente porque los" límites "de la fe, no solo a través de los lugares y las tradiciones de los hombres, pero el corazón de cada hombre y de cada mujer".

Sor Estefania hoy nos habla de la Pachamama, la Tierra que se percibe como "madre" de todos los habitantes de la meseta andina. Historia sencilla llena de significado y de los habitantes de esta localidad de Vilacaya (Bolivia) y donde las Misioneras de la Consolata queremos "hundir" el Evangelio en la tierra de la vida cotidiana, para cosechar el fruto de la fe y de la esperanza.

Pachamama. Es una de las palabras más famosas de la cultura andina, sin embargo, la Pachamama no se entiende hasta que es tocada por la mano de una persona que vive en el altiplano. Vilacaya es el hogar de una parroquia que cuenta con 44 comunidades, formadas exclusivamente por familias campesinas. La gente está viviendo, trabajando la tierra durante todo el año, el tiempo no está marcado por el calendario, sino por los ritmos de la tierra y la mano de obra campesina.

El año tradicional andino, no por casualidad, se divide en cuatro épocas que abarcan cuatro etapas fundamentales: la preparación del suelo, siembra, crecimiento de las plantas y la cosecha, estrictamente "hecho a mano": no se utilizan tractores, el único motor que tiene una familia son el asno y un par de bueyes para el arado.

Las vidas y los medios de vida dependen de la tierra y del cielo: la fertilidad del suelo, la lluvia, las heladas y el granizo todo pende de un hilo delgado que puede romperse y poner en peligro el trabajo de un año. Quién es hijo de campesinos (como yo) sabe lo que significa simplemente ver una tormenta en verano y temo la caída de granizo. Para más, aquí en el altiplano la mayoría de los campos solo recibe agua de la lluvia, por lo que la regularidad de las precipitaciones es de vital importancia.

Los pueblos andinos están identificados con la tierra madre, de cuyo seno han nacido y en cuyo vientre estarán de vuelta. Los frutos que da, con amor gratuito, tienen en ellos su propia vida y dan vida a otros seres que en ella se mueven vivos y en ella mueren.

Pachamama como una persona

A la Pachamama se le pide permiso para poder trabajar y sembrar. La tierra no es un objeto que se utiliza para obtener el máximo beneficio, de acuerdo con la lógica agresiva de la Europa Occidental. Es más bien una persona con quien el diálogo, desde la que reciben de forma gratuita, a quien hay que respetar y defender y para aprender.

Esta relación se nutre no solo con el trabajo de las granjas, sino que tiene una dimensión ritual muy significativa. El 31 de julio, estábamos en P'usuta, Felipa y la señora nos dijo que al día siguiente, el primer día del mes de agosto, que habría hecho lo k'oha ofreciendo a la Pachamama.

Eloy, en Pajchilla, nos dijo que en el vida de su madre todos los jueves o el sábado que estaba ofreciendo a la Pachamama, pero ahora se reducen a los rituales periódicos, como en agosto, el mes dedicado a la Madre Tierra: ahora los campos han sido arados, un poco más de un mes y comienza la siembra, con la esperanza de que la lluvia no es tarde.

Rituales y Ayni

No sabíamos cómo funcionaba el ritual, pero antes de la siembra en nuestro jardín, hicimos una oración al Dios de la vida, y nos ofrecieron hojas de coca y refrescos en la tierra. Luego fuimos al curso de Espiritualidad Andina en Copacabana, y Víctor Bascopé nos hizo vivir la ofrenda a la Pachamama, en un momento de intensa oración.

Pachamama es una maestra: ella da todo gratis y sin condiciones. Las personas se dan cuenta de que lo primero de todo es lo que reciben, y se sienten amados por esta experiencia, así aprenden a amar de la misma manera. La palabra Ayni significa amor libre, cuyo modelo es el amor de la Pachamama y que da forma a la vida de la persona y la comunidad. Un Círculo de la gratuidad que implica a todos ya todo, y que vuelve a la Pachamama en el momento ritual. La oferta es una respuesta a la tierra del amor libre.   

Dios el Padre y la Madre 

Tiwanaku es el centro de la cultura pre-inca. Famosa por los grandes monolitos, uno no puede imaginarse cómo los hicieron llegar hasta ese lugar. Uno de ellos es un pilar de tamaño considerable, que representa a la deidad. En la parte delantera, la Pachamama, acompañada de muchos seres que lo habitan. Una madre con sus criaturas. En el lado opuesto, la figura del dios Inti, el Sol, las deidades con características masculinas.

Hace años se hicieron famosas en la historia de la Iglesia las palabras del Papa Juan Pablo I: "Dios es Padre y Madre", que rescata la visión de rasgos femeninos de Dios y no solo a los varones. Pero no era una novedad: la cultura original que ha dado forma a la Biblia habla de Dios como una madre tierna y como un padre estricto y a la vez reflexivo con sus hijos.

En estas tierras del altiplano boliviano seguimos aprendiendo de la sensibilidad de los pueblos tradicionales.