Que el diálogo es el mejor camino para solucionar los conflictos es una idea que
escuchamos casi como un sentido común en los medios de comunicación, los actores
sociales y la opinión pública en general. Sin embargo, algo no debe estar funcionando si
desde todos los sectores se clama por el diálogo pero a pesar de ello hay un creciente
clima de polarización y conflictividad destructiva.
Por ello, es necesario advertir y hacer hincapié que es solo en la práctica concreta que
el diálogo puede adquirir su plena dimensión y sentido como valor social, herramienta,
actitud y proceso comunicativo. Es solo en la práctica constante, sistemática, permanente
y metodológicamente gestionada, sobre la base de condiciones adecuadas, que
podremos construir una cultura del diálogo que dé frutos de paz social.
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