Esta pregunta está en la base del proyecto que hemos realizado desde Uyamaa (Málaga) denominado “Mejora de la resiliencia de los jóvenes extutelados en Andalucía”. Dicho proyecto se llevó a cabo por primera vez durante el año 2018 y posteriormente una segunda edición en 2019-2020.
El proyecto, financiado por la Junta de Andalucía,se realiza en red entre varias entidades que trabajamos en el ámbito migratorio: CEAIN, Granada Acoge, Málaga Acoge y la asociación Uyamaa. Tiene como objetivo principal fortalecer el proceso de integración sociolaboral de los jóvenes inmigrantes, procedentes del sistema de protección de menores y que se encuentran en situación de vulnerabilidad. La base de este proyecto es el acompañamiento personal, social y laboral a través del desarrollo de itinerarios de inserción social individualizados.
El Informe del Defensor del Menor de Andalucía señala que durante el año pasado se registraron 7.783 nuevos ingresos de menores migrantes no acompañados en el Sistema de Protección de Menores de Andalucía, suponiendo un crecimiento del 135% respecto a 2017. Mayoritariamente eran niños (94,9%) y procedentes de Marruecos (62,9%). Las niñas y adolescentes apenas representaban el 5,1% de los menores migrantes no acompañados, aunque muy posiblemente esta cifra se debía, fundamentalmente, a una infrarepresentación en su detección y protección. Hay que destacar, además, que 58,7% de estos menores tenían más de 17 años.
Es decir, que una buena parte de estos menores tendrán que abandonar, al cumplir la mayoría de edad, los centros del sistema de protección de menores durante este año. Buena parte de las dificultades a las que se verán abocados los jóvenes migrantes se encuentran descritos en el informe “Desprotección de la Infancia en la Frontera Sur” realizado por Andalucía Acoge, a partir de los datos de sus asociaciones federadas (tres de las cuales participan en este proyecto).
Por poner un ejemplo, en 2017 únicamente había 153 plazas residenciales en Andalucía para los jóvenes que cumplían la mayoría de edad en los centros del servicio de protección de menores. En definitiva, esta mayoría de edad, que en otros casos es vivida como el primer paso de la vida adulta, supone para estos jóvenes migrantes el inicio de un proceso de exclusión social que, en demasiados casos, termina en sus situaciones más extremas como la falta de un hogar.
Estos jóvenes carecen de redes familiares en España y la institucionalización en los centros no ha favorecido que se generen otras redes de apoyo alternativas. Por ello, tras el paso por el sistema de protección de menores, al alcanzar la mayoría de edad, quedan en la calle, sin recursos económicos, con un bajo nivel de empleabilidad dado que en muchos casos no han finalizado sus estudios y, en la mayoría de los casos, en una situación administrativa que no les permite trabajar.
Todas estas circunstancias, y, sobre todo, la desorientación ante una situación de falta de hogar sobrevenida, suponen factores que incrementan, de forma muy importante, las posibilidades de que estos jóvenes extutelados caigan en situaciones de exclusión severa prolongada. A la vista de este análisis, parece imprescindible incorporar la dimensión emocional a los procesos de acompañamiento social con estos jóvenes en su camino hacia la emancipación y la vida adulta. La resiliencia, entendida como capacidad humana que ayuda a sobreponerse cuando se atraviesan situaciones de gran dificultad, se convierte en una herramienta fundamental para vivir y gestionar estas situaciones sin que supongan un bloqueo emocional en los jóvenes.
Uyamaa se encarga de la formación emocional a través del Coaching grupal e individual en las tres provincias participantes (Granada, Cádiz y Málaga).Para ello hemos contado con profesionales de la Psicología y expertos en Coaching (Laura Mendoza, Mehdi y Marta López) que han realizado tanto Coaching grupal (25 horas en cada provincia, en forma de talleres) como Coaching individual (15 jóvenes, 5 en cada provincia. 13 chicos y 2 chicas).
El objetivo del Coaching grupal es lograr que estos jóvenes lleguen a un ajuste saludable ante la adversidad y el medio que los rodea mediante el desarrollo de habilidades como la resiliencia, habilidades sociales, gestión emocional, comunicación asertiva, resolución de conflictos y empatía. En todas las ciudades el proyecto ha tenido una buena acogida y se ha trabajado de forma dinámica los contenidos planteados para crear cohesión grupal, desarrollar habilidades y detectar posibles necesidades a trabajar en programas posteriores. Los jóvenes clarifican cuáles son sus metas y son acompañados en su crecimiento personal.
El objetivo del coaching individual dentro del programa de resiliencia es generar pensamiento y proactividad en los chicos y chicas para promover su autonomía y ofrecerles herramientas para afrontar la situación personal en la que se encuentran (por ejemplo: gestionar el enfado, superar la vergüenza, tomar la iniciativa). Se resuelven dudas, desbloqueos emocionales y superación de creencias limitantes. Inicialmente, sobre todo para aquellos chicos/as que aún no tienen cubiertas sus necesidades básicas (situación legal, hogar, comida...) el proceso de coaching es complicado, ya que les cuesta plantearse necesidades personales relacionadas con su mundo afectivo y emocional o con su crecimiento personal. Conforme el proceso avanza se van abriendo, van profundizando en sus vivencias y experiencias y comienzan a verse desde la perspectiva de personas que conviven con emociones y sentimientos que condicionan su situación y que conviene tratar.
Pilar Moreno Jiménez, directora del Master de Coaching de la Universidad de Málaga y la encargada desde Uyamaa de coordinar el trabajo dice: "La finalidad es facilitar a los jóvenes la creación de sus propias herramientas para gestionar sus emociones de una manera acorde y coherente con ellos mismos y con el entorno en el que se desenvuelven. Las sesiones de seguimiento y coaching tienen como objetivo acompañar a la persona hacia la consecución de sus objetivos. Ordenar, evaluar y analizar las prioridades vitales y crear planes de acción hacia alguna meta, o desarrollar habilidades específicas y competencias que necesita para mejorar en su vida personal y profesional. En definitiva, conseguir que estos jóvenes tengan oportunidades reales para vivir de forma digna; la idea es que aprendan a ser resilientes, a salir reforzados de las muchas dificultades que encuentran en sus vidas".
Laura Mendoza nos dice: “A nivel profesional creo que este programa es un aprendizaje y crecimiento mutuo. Los chicos y chicas trabajan aspectos que quizás nunca se han planteado y tú como profesional tienes que ser capaz de hacer un ejercicio profundo de empatía y de escucha activa y ver la vida desde sus zapatos. A mí es un trabajo que me encanta porque me resulta súper enriquecedor, aprendo mucho de ellos, sobre todo valentía e inconformismo. A veces te encuentras historias complicadas que hacen que te lleves la "psicología a casa" pero, por norma general, lo que me despiertan estos chicos y chicas es mucha admiración y muchas ganas de contribuir a una sociedad mejor y más justa para todos”.