El mes de julio se llevó a cabo una reunión vía internet de misioneros de Consolata que trabajan con migrantes. El continuo movimiento hacia el norte plantea una serie de desafíos a la Iglesia y también a nuestra misión. Los migrantes nos desinstalan, nos sacan de nuestra zona de confort; pero, al mismo tiempo, enriquecen nuestro carisma; la migración se está convirtiendo en parte de nuestro carisma “ad gentes” en todos los continentes.
          Aprovechamos para compartir algunas experiencias y algunos pasos dados.

La parroquia de Oujda (Marruecos)
Testimonio del Padre Edwin Duyani
          El padre Edwin llegó a Marruecos en noviembre de 2020, después de trabajar en Málaga en una comunidad que trabaja con inmigrantes de África y América del Sur. Inicialmente se pensó en una presencia itinerante y no fija en un solo lugar, pero luego el arzobispo de Rabat ofreció una parroquia como espacio en el que vivir y desde donde empezar a abordar la problemática migratoria. La ciudad de Oujda no está lejos de la frontera con Argelia y es un punto de cruce en el camino a Europa. Muchos de los migrantes proceden de Guinea Bissau, Mali y Costa de Marfil.

Acoger, proteger y promover están en el centro del proyecto, en materia de protección hay muchos desafíos porque chocamos con situaciones comunes de maltrato e incluso con las mafias. La integración, en cambio, lleva más tiempo y se ve obstaculizada por barreras culturales, dificultades con el idioma, preparación profesional y documentación para poder trabajar.

Hay tres tipos de migrantes que llegan a Oujda: los que se quedan por mucho tiempo, los que continúan hacia Europa y los que regresan a sus países.

Los mayores problemas que encuentran en su camino tienen que ver con la regularización de sus documentos. Al cruzar el desierto, muchos de ellos son víctimas de violencia, tanto a manos de la policía, mafias y delincuentes, llegando a menudo sin dinero y sin documentos. Luego está el drama de buscar trabajo para ayudar a sus familias que se han quedado en sus países de origen, trabajo que no se encuentra también por falta de documentación y preparación profesional. Otro problema es la comunicación: por un lado, la policía a menudo corta la comunicación con las familias confiscando sus teléfonos, por otro lado, ellos también están tentados a no comunicarse con las familias porque no quieren que se conozca ningún detalle de su lamentable situación.

En promedio, entre 50 y 100 personas pasan por la casa cada mes, pero los recursos para cuidarlos son como siempre limitados, haces lo que puedes.

La política migratoria de la Unión Europea gira en torno a tres ejes: el control de quienes pueden ingresar y las condiciones que regulan su ingreso; los procesos de integración en la sociedad de acogida; políticas de cooperación con los países de origen.

Nuestro trabajo es similar a la obra del Buen Samaritano y trata de ofrecer alojamiento a quienes están de paso por Europa pero también a quienes permanecen en Oujda por un largo período de tiempo. También se llevan a cabo programas de protección y promoción, pero en medio de muchas dificultades y con resultados bastante limitados y pobres. También es importante decir que trabajamos con diversas organizaciones eclesiales, civiles e internacionales que se ocupan de los migrantes.

El equipo itinerante de Boa Vista (Brasil)
Testimonio del P. Josiah K'Okal
Hay muchos puntos de contacto y similitudes entre el trabajo realizado en Oujda y el realizado en Boa Vista con migrantes venezolanos e indígenas. Para empezar, los misioneros que trabajan en Boa Vista provienen de las diferentes regiones del continente donde los Misioneros de la Consolata están presentes. Luego tratamos de unirnos al resto de fuerzas eclesiales y también civiles que están comprometidos en la emergencia humanitaria que se vive en esta región del norte de Brasil en la frontera con Venezuela. Como tratamos especialmente con indígenas, trabajamos en coordinación con los misioneros que acompañan a los indígenas Warao en Venezuela, y esto nos ayuda a comprender mejor la realidad de los inmigrantes.

Las políticas de recepción de la "Operação Acolhida" no ayudan mucho a nuestro trabajo porque los espacios donde se reciben los migrantes están controlados y nuestra presencia no se permite fácilmente. Con la continua llegada de más venezolanos se abren nuevos albergues, pero la sociedad protesta porque mucha gente no los quiere cerca de sus casas y la cantidad de personas que el gobierno pone a disposición para atender la emergencia es muy limitada.

No hay muchas oportunidades laborales y esto arruina el sueño de los inmigrantes.

Las políticas migratorias de Brasil se basan en varios pilares: el control de fronteras y la regularización de documentos evitando la inmigración desordenada y descontrolada; la acogida realizada principalmente en albergues, similar a los campos de refugiados y la política de envío de migrantes a otras regiones del país donde hay ofertas de trabajo.

Esto, que sería una excelente idea, en cualquier caso no se lleva a cabo adecuadamente porque los migrantes no están preparados ni ayudados en los espacios de recepción: al final muchos quedan casi atrapados dentro de las estructuras de recepción sin poder ganarse la vida.