Desde hace 3 años los Misioneros de la Consolata estamos presentes en la localidad de Oujda, en Marruecos, El primero en llegar fue el P. Edwin Osalek natural de Kenia, lo siguió el P. Francesco Giuliano italiano, y por último llegó el P. Patrick Mandondo que es quien nos cuenta brevemente el trabajo que están realizando.

Ante todo, somos conscientes de nuestra identidad como comunidad religiosa y misionera. No somos una ONG, ni hemos venido aquí para solucionar toda la miseria del mundo. Nuestra tarea es traer el consuelo que Jesús nos ofreció. Y hacerlo no tanto con palabras, sino con el testimonio de vida en medio a nuestros hermanos y hermanas, en su gran mayoría musulmanes. Por eso necesitamos alimentar nuestra vida a través de la oración para fortalecer nuestro servicio y orar por las difíciles situaciones y los múltiples desafíos que sufren los jóvenes y adultos que acogemos.

Hemos visto la necesidad de una vida comunitaria y espiritual sólida, a fin de ser testigos de caridad, amor y consuelo a nuestros hermanos que viven situaciones difíciles y desafiantes.

Áreas de trabajo

            Nuestro trabajo concreto se centra en distintas áreas o ámbitos, los más importantes son:

1. El servicio a los jóvenes inmigrantes

Según las estadísticas, alrededor de 3.000 jóvenes cada año son acogidos por la iglesia de San Louis d'Oujda. El número es variable cada semana, cada mes. Aunque es rara la semana que no llegan al menos 80 personas. Estos jóvenes son en su mayoría musulmanes (95%), que son acogidos por los cristianos. Algunos de esos inmigrantes son menores, entre 12 y 17 años.

Algunos de estos inmigrantes están enfermos, tenemos la colaboración de médicos, en nuestra pequeña clínica, pero también los llevamos al hospital cuando no es posible resolver su problema en casa.

Para no dejarlos sin hacer nada en el día, organizamos momentos de juego y muchas otras actividades, incluyendo cursos de alfabetización, panadería, imprenta, escuela de mecánica de automóviles, electricista, para ello contamos con la colaboración de un centro de los salesianos, como de algunos centros de los marroquíes.

2. El servicio a las mujeres migrantes y marroquíes

Este trabajo lo llevan especialmente las religiosas con las que colaboramos. Además de cursos de cursos de costura hay una guardería, así como asistencia a las mujeres inmigrantes que llegan sin papeles.

3. El servicio en la prisión

Esta es una actividad complatamente nueva iniciada por nosotros. Con frecuencia están entre los más pobres en el mundo de la migración. Privados de libertad y sin que nadie les visite.

Hemos recibido un permiso especial para visitar a los prisioneros de tres ciudades: Oujda, Bercam y Nador. Con nuestra presencia intentamos llevarles algo de consuelo.

4. El mundo de la trata de personas

Hablamos de migrantes queviven encerrados en las casas de los mafiosos que los obligan a pagar una alta cifra de dinero. Los golpean, no les dan de comer. Solo cuando las familias envíen dinero, tendrán posibilidades de ser liberados. Es chocante vivir como esclavo en elsiglo XXI, pero la realidad es así.

Es extraño ver que los mafiosos no son solo marroquíes, de hecho,muchos son otros migrantes que llegaron aquí pero ya no quieren ir a Europa y prefieren hacer sufrir a sus propios hermanos. No es fácil llevar esperanza a todos. Algunos de estos tipos llegan enfermos, otros casi muriendo,y al no tener los documentos legales, la iglesia es la única institución a la que pueden acudir buscando ayuda y una primera atención.

5. La atención a la comunidad cristiana

Aunque sea minoritaria y en buena parte formada por estudiantes procedentes del África subsahariana, no descuidamos a los cristianos que viven en el área de la parroquia. Además de la catequesis, los sacramentos y las visitas a sus casas, procuramos involucrarlos en todo el trabajo que realizamos.

También hemos tratado de fomentar la apertura al mundo marroquí, para no ser considerados comouna isla en medio de los marroquíes. De hecho, contamos con colaboradores marroquíes que trabajan con nosotros. Pero también ampliamos los conocimientos con familias, amigos y personas de buena voluntad.

Toda esta realidad que vivimos no nos deja indiferentes, nos humaniza. Sin duda que recibimos de las personas más de lo que damos. Realmente, si uno tiene un poco de fe se convierte enmás humano. El servicio misionero, la apertura al diferente, al que sufre nos ayuda a profundizar nuestra fe y especialmente nuestra propia humanidad, algo tan perdido en otras latitudes incluso con larga tradición cristiana.