Gregory es misionero de la Consolata keniano. Durante varios años estuvo en Italia. Ahora está en España para completar sus estudios en antropología filosófica. Le hemos pedido que nos hable de cómo un africano ve a la sociedad y a la iglesia europea.
Vivimos en el mundo europeo lleno de pensamientos negativos donde las noticias nos muestran un montón de hechos que nos llevan más a la desesperación que a la esperanza. Un mundo de indeferencia causada por demasiada actitud pesimista y donde vivir sin esperanza en el futuro se convierte en lo más común.
No deja de ser un mundo nuevo en búsqueda de otros tipos de espiritualidad y formas de esperanza. Pensamos que está todo perdido y que no hay una manera de recuperar la esperanza cristiana. La discrepancia entre los jóvenes y ancianos se ensancha cada día. Un mundo donde la reevangelización parece muy difícil porque nos falta ver algo positivo. Este mundo europeo donde hablar de Dios encuentra muchos obstáculos. El mundo donde algunos pastores de la palabra de Dios están demasiado cansados y piensan que el mundo está por caer. Un mundo donde cada día se vacían las iglesias y donde solo durante las grandes fiestas aparece la gente.
Esta tierra europea que era tradicionalmente cristiana pero donde la secularización se extiende día a día. Éste es nuestro mundo actual, sin duda una tierra de misión. Éste es el gran desafío y misión que tenemos hoy y que nos invita a restaurar la fe, la esperanza y la vida. Creo que algunas preguntas sobre la situación actual en cuanto a la fe podrían ser de gran ayuda para evangelizar a la gente: ¿Hay una manera de hablar de Dios en Europa o está todo perdido? ¿Cómo podemos evangelizar un mundo tan convulso y cambiante? ¿Cómo vemos este mundo y cómo lo interpretamos?
Volver a los orígenes evangélicos
En mi humilde opinión debemos volver al Evangelio que nos ayuda a entender la realidad y a afrontarla. El Maestro, Jesucristo, nos da palabras de esperanza infinita: “Me han concedido plena autoridad en cielo y tierra. Por tanto, id a hacer discípulos entre los pueblos...Yo estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo”(Mat. 28, 18-20).
El Maestro por excelencia nos promete claramente y con autoridad que siempre estará con nosotros. Éste debería ser nuestro punto de partida, de hecho es la fuente de toda esperanza. El que se sienta a la derecha del Padre está con nosotros ahora mismo en este mundo. Recuperar una mentalidad positiva para mirar este mundo europeo es una condición indispensable para evangelizarlo.
Amigos, ¡Europa no está condenada al fracaso! Es posible evangelizarlo. Pero, ¿cómo? ¿Qué nos falta como evangelizadores?
Hay que curar las enfermedades de las almas de nuestra gente; el miedo que preocupa a la sociedad. Atraer y acercar a la gente como Jesús hacía. No importa dónde esté la gente: sea por las calles, en los campos de futbol, en los bares o pubs. Tenemos la responsabilidad de visitarles en las propias casas, comer con ellos, escucharlos transmitiendo alegría y esperanza, decirles que Dios les ama y tiene un plan de futuro para este mundo. Anunciar que el Reino de Dios esta cerca.
Hechos más que un
mundo de palabras
En lugar de hablar de amor de Dios es necesario amar, en lugar de soltar discursos sobre la esperanza debemos dar esperanza.
En síntesis, necesitamos la acción más que la palabra. El mundo europeo exige evangelizadores carismáticos llenos de energía y entusiasmo.
Evangelizadores flexibles que puedan entender el lenguaje y pensamiento post-moderno de la gente. Evangelizadores que tengan mentes abiertas para sentir y ver la gran dificultad que la persona post-moderna tiene para aceptar las cosas de la fe. Personas evangelizadoras capaces de dialogar con todo el mundo, que puedan intercambiar ideas con gente de todas las clases sociales.
Novedad de vida en solidaridad
Tenemos que orar para que Dios nos dé el poder de un pensamiento positivo; para ver que no está todo perdido. Arrimar a la gente, no importa dónde esté. Hablar con ellos creando una mentalidad nueva y positiva hacia el futuro. Acercarse a la gente en sus casas y puntos de encuentro: compartir nuestras experiencias de vida, hablar de un mundo nuevo donde Dios quiere continuar y establecer su plan de salvación, decirle a la gente que no están perdidos; que Dios les ama y que un futuro mejor es posible.
Sinceramente, hablando como un africano en Europa, creo que la concepción africana de la iglesia como una familia y fraternidad puede ser un gran y precioso trampolín para la gente europea. África no es solo una tierra de guerra, sida, hambre, enfermedades y todos los males que vemos en las noticias europeas. El continente africano actualmene lleva años de evangelización y su iglesia se mueve sin gran dificultad. Su gran riqueza de cultura y valores puede ser de gran ayuda por los evangelizadores de la gente europea.
La celebración africana de la misa es viva y toda la gente durante ella se siente como una familia y participan en todas las actividades con mucha alegría y energía. Esta vivacidad no termina con la celebración del domingo sino que continúa en las familias donde la gente se reune en algunos días para orar juntos y sobre todo ayudar tanto espiritual como especialmente de forma material a los más débiles y necesitados.
Cada persona en la iglesia se siente animada y espiritualmente satisfecha porque las iglesias no son lugares rituales sin tener cuenta que la meta es la celebración que continúa en la vida y la convivencia de cada día. En síntesis, para cambiar nuestra Europa necesitamos restaurar nuestras celebraciones de forma que cada persona, joven o anciana, pueda sentirse alentada y tocada espiritualmente, y como consecuencia más solidaria con sus hermanos.