"Llegando al campamento, los bantús, me piden que me quede para ayudarles a pacificar las cosas, pues la chica entró en la selva con la hermana Agnes Njeri Mwangi, es una misionera de la Consolata, enfermera, nacida en Kenia y presente entre los indígenas yanomami, en el amazonas brasileño. En la sencillez de su historia, surge toda la alegría de los que ven "crecer" la pequeña semilla plantada (tal vez de otros misioneros), la autonomía, la creatividad y el servicio desinteresado.otras personas quisieron forzarla y, ante su negativa o para evitar que hablara, le dispararon dos veces en el tórax..."
Catrimani es el nombre de una franja de exuberante bosque situado en el corazón del inmenso Amazonas brasileño. Está habitada desde tiempos inmemoriales, por el grupo indígena yanomami. A la zona solo se puede llegar por avión, o después de largos días de caminata accesible solo para quienes conocen el bosque como la palma de su propia mano. Los Misioneros de la Consolata han llegado por primera vez Catrimani a mediados del siglo pasado y las Misioneras en los años 60.
Desde entonces muchos de ellos han fallecido en estas tierras bendecida con amor y recibiendo del pueblo yanomami sus valores, su simplicidad y la amistad. El aislamiento yanomami del resto del país durante mucho tiempo, hoy representa una grave amenaza para su subsistencia debido a la exclusión de su voz en los procesos políticos, sociales y preocupación económica, no solo de Brasil, especialmente en el Amazonas.
Es en este contexto en el que trabajamos como misioneros. Hacer a los yanomami conscientes de sus derechos a la salud, la educación, la protección social, la tierra, a la palabra, a la autodeterminación... con mucha esperanza, pero no sin dificultad.
El viaje más largo comienza siempre con un primer paso
En diciembre de 2006, tres jóvenes indígenas: Rogerio yanomami agente de salud indígena perteneciente a la comunidad de Poratheri, Niapo yanomami, él también comunidad de agentes de salud Maamapiitheri y Marino yanomami, comunidad Waromapiitheri y representaban a los yanomami en reuniones indígenas fuera de su zona y decidieron visitar las comunidades remotas de la zona montañosa. A comienzos del año 2007, para mi sorpresa, me invitaron a acompañarlos, ocho largas horas de camino por la selva.
Me acordé de la frase: "Todo viaje, incluso el más largo siempre empieza con el primer paso." Hoy puedo decir que el camino no fue fácil, pero... pero la alegría fue grande. Cada vez que en el camino, mis pies cansados se refrescaban en las aguas de los ríos, reflexionaba con gratitud por la oportunidad que me ofrecían mis hermanos indígenas. Animé la formación de nuevos agentes de salud indígenas.
Había que detectar los nuevos casos de malaria se producían y dar los medicamentos apropiados a los miembros de estas comunidades. Un buen día llegó a la maloca (choza comunitaria) Hepupiitheri era la primera reunión especial con todos los líderes de la región. Rogerio Niapo compartió su experiencia en sus comunidades como agente de salud, y aconsejó a los nuevos agentes, a continuar estudiando con mayor entusiasmo y paciencia.
Marino, en cambio, habló sobre la necesidad de participar en la Asamblea anual de la CIR y las iglesias en toda la región para elegir un representante a fin de tenar parte activa. La invitación fue aceptada en silencio, dejando a la audiencia un tanto pensativa... Marino ofreció, con afecto, para acompañar a alguien que fue elegido, recordándoles la importancia de que estas reuniones juegan. De hecho, dijo, es la necesidad de reunirse con otros grupos indígenas para fortalecer la conciencia y el conocimiento de los pueblos indígenas sobre sus derechos históricos. Remaka yanomami, uno de los líderes presentes, aceptó de inmediato el compromiso de participación, aunque con aprensión, temiendo... viajes en avión a la zona de la reunión. Romeo yanomami, nuevo agente de salud, se comprometió a seguir estudiando y de inmediato comenzó a ayudar, para alivio de todos, en la identificación de los casos de malaria.
Ése era el estilo de las reuniones.
Una esperanza en la colaboración
Nuestros tres agentes sanitarios jóvenes regresaron a sus comunidades pocos días después. Habían vivido la dificultad de llegar a otros hermanos, hasta entonces lejanos, que habían encontrado las palabras adecuadas y acciones consistentes para crear un clima de escucha recíproca y el intercambio, no solo durante la reunión, sino también en los momentos recreación y socialización.
Ahora podían compartir feliz: ¡su iniciativa fue todo un éxito! Me quedé en esta comunidad durante algunos días más y, con gran alegría constaté cómo la visita de los tres jóvenes, su actitud, sus demandas, se convirtieron en los temas de todas las conversaciones entre los líderes y miembros de la comunidad. Fue una visita corta y rentable que era capaz de abrir nuevas perspectivas de vida para el crecimiento de esta nación.
El secreto esta en saber caminar juntos paso a paso.