Camerún no puede hablar en inglés
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Por motivos relacionados con su pasado colonial, millones de cameruneses prefieren hablar en inglés, pero su Gobierno, a través del cierre de escuelas, cortes de internet, detenciones y represión en manifestaciones, pretende que todos sus ciudadanos se expresen en francés.
Cuatro de los 22 millones de personas que habitan en este país prefieren decir "it's my right" en lugar de "c'est mon droit" ("es mi derecho"), pero le han prohibido hacerlo en los espacios públicos, lo que ha dado lugar a un movimiento ciudadano que reclama la libertad de expresarse en el que consideran su idioma.
En los últimos meses, la tensión entre el Gobierno y sus ciudadanos anglófonos ha crecido exponencialmente y ya se han registrado cinco víctimas mortales en diferentes manifestaciones. Las fuerzas de seguridad han respondido a las protestas con represión y violencia, y han detenido a cientos de personas. Líderes del movimiento anglófono, como los activistas Fontem Neba y Maitre Agboh, se enfrentan a la pena de muerte, acusados de traición y terrorismo.
A modo de castigo, el Gobierno ordenó a finales de noviembre el cierre de instituciones públicas, como centros educativos o tribunales, en las dos regiones anglófonas: Buea (suroeste) y Bamenda (noreste).
Los pocos colegios que continúan abiertos lo hacen bajo una fuerte protección policial, así que los alumnos han optado por reunirse entre ellos en pequeños grupos de estudio y repasar las lecciones al anochecer.
Mensaje telefónico del Gobierno
Para aumentar la presión, los ciudadanos de estas áreas recibieron en enero este mensaje telefónico del Ministerio Telecomunicaciones: "Estimado abonado, debe saber que se enfrenta a dos años de pena si difunde informaciones falsas en redes sociales". Desde entonces, el Gobierno les cortó el acceso a internet.
Sin internet y con el silencio administrativo por respuesta, son los cameruneses de la diáspora, desde lugares como Estados Unidos, quienes continúan ahora la lucha a través de la red. Lejos de cejar en su lucha, los líderes sindicales de la zona han declarado los lunes como "día del pueblo fantasma", en los que se paraliza cualquier actividad de entidades públicas o comercios y los ciudadanos no salen a la calle por amenaza de represalia, esta vez de los piquetes.
Esta respuesta es el último recurso de esta comunidad contra el Gobierno de Camerún, que está sufriendo las consecuencias económicas irreversibles de estos paros.
Camerún fue colonia inglesa y francesa hasta 1960. Cuando logró independizarse de ambas potencias, instauró un estado federal hasta la celebración de un referéndum, en 1972, que le reconvirtió en un estado unificado. Desde entonces, ambas lenguas son cooficiales.
Desde ese momento la minoría anglófona -casi un cuarto de la población- se queja de marginación con respecto a la mayoría francófona, además de la convivencia de 250 lenguas locales. La supuesta discriminación afecta a la desigual distribución de la riqueza y a la distinción de considerar el inglés una lengua secundaria. Las autoridades hablan francés, en los espacios públicos también y el presidente del país nunca ha pronunciado un discurso en inglés.
Ante esta represión, los sindicatos piden la ahora vuelta al federalismo o la independencia de estas regiones anglófonas. Entre ellos figura la activista Angela Forbin. "Entre 1961 y 1972, cuando Camerún era un país federal, no había ningún problema con el habla inglesa, fue desde que nos fue impuesto un solo estado cuando llegaron las dificultades", asegura. "El sistema francófono absorbió al anglófono. Queremos tener los mismos derechos y las mismas oportunidades que los demás" añade.
A pesar de cumplir con algunas exigencias corporativas, la respuesta por parte del Gobierno es firme. "No habrá federalismo o secesión. Camerún es una e indivisible", advierte el ministro de Comunicación del país, Issa Tchiroma.