Esta vez, me he permitido pedir ayuda a la hora de redactar estas líneas, y lo he hecho con la colaboración de una joven de diecinueve años, donde ella me ha compartido sus impresiones sobre la realidad juvenil en la actualidad, sus impresiones.
¿Cuáles son sus expectativas?, ¿que dificulta al joven de hoy el acercarse libremente a las iglesias?, ¿qué debería ofrecer la iglesia hoy a ellos?; al final son muchos los interrogantes pero creo que éstos nos sirven para reflexionar y despertar a una realidad que es muy común en nuestros días.
Generación menos ideologizada
En el diálogo con esta joven me decía que la generación de hoy es menos ideologizada que en la época de nuestros padres. Hoy éstos mantienen en la mayoría de los casos una gran amistad con sus hijos, todo esto para que sus hijos no cometan los mismos errores que ellos en su juventud cometieron. Me hacía entender que a los jóvenes de hoy muchas veces no les falta nada en lo referente a las cosas materiales y las nuevas tecnologías, pero me hacía entender que son muchas las carencias, entre ellas las más comunes son las afectivas, y el cómo aprender a valorar a las personas y las cosas.
Me insistía en que los ideales de ahora no son los mismos del pasado, es decir los ideales políticos, sino que los ideales de muchos jóvenes pueden ser un cantante e incluso un jugador de futbol, donde muchas veces estos cantantes y estos futbolistas no son un ejemplo de vida para los demás, sino que a través de los medios de comunicación han ido adquiriendo mucha importancia y han entrado así en la vida de las personas de una forma “viral”.
Un hecho que me llamó mucho a la reflexión es que para esta chica, los jóvenes de hoy han cambiado el modo de pensar tal como se tenía hace algunos años atrás, me decía que hoy la mayoría de los jóvenes pensaban en masa, es decir se dejan influenciar de la temática del momento, aquellos aspectos subrayados muchas veces por los medios de comunicación, y que se convierte en la novedad del momento.
Poco valor hacia la sociedad
En algunos casos mucho jóvenes desprecian la sociedad de hoy, y me daba como ejemplo el sin fin de grafitis que encontramos en las paredes de las calles, sobre todo en las grandes ciudades, destruyendo muchas veces el trabajo que han realizado familias con mucho esfuerzo y sacrificio. Ante esta situación le he preguntado ¿qué soluciones aportaría ella ante esta realidad que está delante de nuestros ojos y que no nos damos o no nos queremos dar cuenta? Me decía que esto es mucha veces culpa de los padres que sostienen económicamente a sus hijos incluso cuando cumplen la mayoría de edad, y que esto ha llevado a que los jóvenes den muy poco valor a las cosas, que hay que aprender a ganarse las cosas, y ver lo difícil que es muchas veces conseguirlas, si esto se modifica podría influir en ellos e iniciar un pequeño cambio en la manera de pensar y de ver las cosas.
¿Y la religión?...
En lo relacionado a la religión y los jóvenes, afirmaba que la iglesia desde hace algunos años ha comenzado a perder su esencia, que ya no sirve de puente entre los fieles y Dios, que muchos sacerdotes ya no son ejemplo y que no llegan a convencer a los fieles.
Muchos no ven el sacerdocio como un servicio sino como una profesión, incluso muchos ven al sacerdote como alguien que se quiere “hacer rico” con la fe de las personas.
Reconocía también que muchas veces se critica esta institución sin conocerla verdaderamente. Hacía referencia a que en Europa muchos jóvenes preferían a los sacerdotes que viven de una manera podríamos decir, más “tradicional”, en el sentido de más evangélica y me hablaba de la necesidad de regresar a lo esencial, para que pueda imperar un “cierto respeto” como en épocas pasadas.
Para ella, los jóvenes no deben ser vistos en las iglesias como un problema, sino que deben ser entendidos y escuchados; me hablaba del hecho de hacer un camino juntos, donde éstos sean escuchados y entendidos, donde no solo se dialogue con ellos, sino con toda la familia. Buscar espacios, para que estos se acerquen, es decir hacer camino con ellos, como los discípulos de Emaús y después invitarlos a la mesa a compartir el pan.