Cada día en nuestra sociedad se nos van presentando situaciones que requieren la intervención de otras personas, ante esta realidad es notorio y claro que no somos una isla, sino que somos un conjunto y que en medio de ese conjunto se pueden llevar adelante muchísimas iniciativas y proyectos en favor de los más necesitados y esto es muy latente en la realidad juvenil que tiende en algunas ocasiones a volcarse con iniciativas solidarías a favor de los más débiles y desfavorecidos.
Ante una sociedad que nos ofrece a diario el individualismo como medio de supervivencia, la iglesia os ofrece un caminar como comunidad de bautizados, unidos por una misma fe y como proyecto principal el anuncio de Jesucristo a los otros; pero este anuncio no se limita a la experiencia sacramental que solemos vivir en las parroquias, sino a esa experiencia que podemos experimentar en los distintos grupos que la conforman y que están abocados al trabajo en conjuntos, donde cada uno nos podemos enriquecer de las experiencias de los otros.
La Jornada Mundial de la Juventud
Una experiencia que ha marcado hace unos meses la vida de la iglesia y sobre todo a la población juvenil, ha sido la reciente Jornada Mundial de la Juventud en Polonia, donde hemos podidos vivir la experiencia de estar unidos por una misma causa, siendo testimonio del amor de Dios junto al papa, el motivo principal que nos unía era Jesucristo, no otra cosa, esta experiencia nos demuestra que cuando se quiere realizar algo, basta que cada uno ponga toda su disponibilidad para lograrlo y esa disponibilidad se pudo ver, o mejor dicho vivir en ese encuentro, donde el espíritu comunitario reinó sobre todas las cosas, una muestra de que no estamos solos en la sociedad, en la iglesia, de que hay muchas otras personas unidas a nosotros, directa e indirectamente.
La solidaridad
Muchas experiencias que se viven de voluntariado son una muestra más de que el trabajo en conjunto y en beneficio de los otros, nos hacen ver que en la sociedad no estamos solos, de que existen otras personas a las cuales yo puedo tenderles una mano, acompañarlos en su situación, abre nuestra mente a la solidaridad como valor fundamental en la sociedad, donde yo comparto lo poco que tengo, no solo las cosas materiales, si no mi capacidad física e incluso intelectual, para ayudar, para acompañar a los otros; que yo no soy indiferente frente al hermano que se siente solo, que es menos favorecido, ante esas realidades, los jóvenes no son ciegos, si no que se detienen y buscan la manera de colaborar con aquel que lo necesita.
En la política estamos llamados a caminar juntos
En los últimos meses la realidad política de España nos ha dado una prueba de que solos no se puede llegar a ningún lado, el tiempo de las mayorías absolutas se han acabados “al menos por ahora”, esto está invitando a los políticos al dialogo, pero un dialogo constructivo, un dialogo que va más allá de los propios interés que cada uno puede tener, un dialogo para echar andar un país que se encuentra paralizado porque la clase política no ha sido capaz de sentarse a dialogar y pensar en los interés de los ciudadanos. Ante esta realidad estamos llamados a mirarnos en ese espejo, que no es el adecuado para nuestra sociedad ni para nuestros jóvenes; hay que poner en la mesa, aquello que nos une y aquello que se quiere mejorar, en beneficio del colectivo en general, no pensar en mis intereses personales.
Todas y cada una de estas realidades nos llevan a darnos cuenta, que la sociedad, la iglesia, la familia, cualquier grupo, necesita de los otros para caminar, que si no lo hacemos podemos correr el riesgo de estancarnos y vivir en un mundo donde el importante soy yo y el otro no existe.
Cuando caminamos juntos se ven los frutos, la sociedad hoy espera a los jóvenes, para que juntos caminemos hacia la construcción de una sociedad mejor.