Jesús era judío. Se sentía judío. Amaba a su pueblo.
Jesús entró en el corazón de Dios. Comprendió su voluntad, el proyecto que el Padre
tenía para todos sus hijos e hijas.
Por eso quiso anunciarlo primero a su pueblo. Tenían que dar un paso importante para
salir del frío legalismo y de considerarse los únicos elegidos para tener parte en el Reino:
en el proyecto de Dios.
Habló claro. Pobres y extranjeros lo escuchaban. Las autoridades religiosas y políticas
de su pueblo se aliaron contra él hasta conseguir llevarlo a la muerte en cruz, como
blasfemo.
Ser rechazado por los suyos fue duro. Pero se mantuvo fiel a la voluntad de Dios.
Puedes descargar el artículo completo en: https://www.dropbox.com/s/fnkcejk0ixfic6d/03%20MARZO2011.pdf?dl=0