Una de las grandes tentaciones del ser humano, a lo largo de la historia ha sido
convertirse en juez de los demás.
A veces porque nos creíamos poseedores de la verdad. Quien no estuviera de acuerdo con
“nuestra” verdad merecía ser juzgado, condenado, y en algunos casos, matado.
Las razones podían ser de índole ideológico, político, económico, religioso… de todo se ha dado.
La historia de la humanidad está ensangrentada por juicios y muertes injustas.
E s uno de los lados oscuros de nuestra existencia
Jesús es claro al respecto.
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