Es uno de los “signos” que muestran el sentido de la misión de Jesús: hacer que las
personas volvamos a ver.
Con frecuencia caminamos por la vida como ciegos. Nos fijamos una meta y caminamos
hacia ella llevándonos por delante todo lo que se interponga en nuestro camino:
valores, personas…
Lo importante es conseguir mi objetivo. No veo lo que está a mi lado, ni lo que tengo
delante la las narices.
Todo lo que no me sirva para alcanzar la meta que he propuesto pierde valor.
Pisoteamos todo y a todos los que se interpongan en nuestro camino.
En realidad nos vamos pisoteando a nosotros mismos y terminamos tirados al borde
del camino y pidiendo limosna para que nuestra existencia vuelva a tener sentido.
Puedes descargar el artículo completo en: https://www.dropbox.com/s/r2xe4ra2vpv6hyy/08%20OCTUBRE%202010.pdf?dl=0