Todos tenemos aspiraciones en la vida. Buscamos un fin. Luchamos por él.
Somos como el río que busca el mar, la plenitud. Pero a veces, con demasiada frecuencia, las circunstancias de la vida frenan nuestro camino. Nos sentimos frustrados. Somos incapaces de reencauzar nuestra existencia.
En esos momentos podemos reencontrar el sentido cuando descubrimos que la plenitud no está al final, no está en el mar, sino que está en la capacidad de amar aquí a ahora a quienes a nuestro alrededor necesitan nuestro cariño.
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