En la actualidad nos encontramos con tantos discursos, organizaciones que defienden el derecho a la vida, como una expresión del amor a la creación, a la convivencia libre y del respeto mutuo entre cada una de las personas que formamos parte de este planeta; pero creo que nos falta el poder vivir la vida como una vocación, esa posibilidad que se nos da de experimentar el amor por las cosas, por uno mismo y por toda la creación; debemos reconocernos como criaturas que Dios u otro ser superior, independientemente de nuestro credo, ha mirado con amor y nos ha hecho participes de ese gran proyecto de amor, como lo es la vida, y uno de los grandes factores más importante en este gran proyecto es el sentirse amado, lo cual nos puede llevar a vivir la vida como una vocación, y esto nos lleva a amar a los otros, a mi entorno; yo amo porque me siento amado, valorado y respetado, porque he experimentado el amor en primera persona.
Abierta a los demás
No podemos vivir la vida encerrados en nosotros mismo, no somos seres aislados, somos seres en relación contante con la realidad, con nuestro entorno o grupo social al cual pertenecemos y en donde se nos da la posibilidad de identificarnos con una u otra realidad; es la capacidad que tenemos de relacionarnos, de compartir con los demás, de confesar mi fe, de pertenecer a una corriente política o ideológica, en la cual me siento que soy yo mismo, me siento a gusto con lo que hago y con quien comparto, es esta capacidad de relación que nos hace amar al otro, amar lo que hago, amar a los demás incluso a aquellos que no comparten mi modo de pensar.
Muchas veces caemos en el error de que por el hecho de pertenecer a una corriente ideológica de pensamiento todos compartimos la misma formar de pensar, podemos compartir ciertos ideales que nos unen y que nos permiten ser unidos en la diversidad de cada persona y esa capacidad de compartir ciertos ideales, son quienes nos abren esas ventanas para ser más abierto a los otros.
Búsqueda del sentido
Nos encontramos continuamente sobre todo en la población juvenil una cierta carencia del sentido por la vida, de ese poco amor por las cosas e incluso por ellos mismos y en algunos países un cierto menosprecio por la vida, llevando a muchos jóvenes en algunos casos hasta el suicidio. Estas actitudes tienen que decirnos algo, deben interpelarnos continuamente en nuestra manera de relacionarnos y compartir con ellos, debemos llegar al punto de poder conocerlos, de compartir con ellos nuestro estilo de vida desde la espontaneidad, que los lleve a crear un clima de confianza mutua y que encuentren en nuestros grupos, u organizaciones algo de lo que están buscando, se puede percibir en nuestros jóvenes esa continua búsqueda, ese plantearse continuamente interrogantes que a veces como grupos no damos respuestas a ellas, pero no quiere decir que daremos respuestas a todas sus inquietudes pero si podemos acompañarlos en muchas de ellas, lograr que se sientan tocados y de una u otra forma identificados con nuestro carisma y estilo de vida.
Una mirada a lo trascendental
Es muy común ver en la población juvenil, esa cierta búsqueda de lo trascendente, sobre todo en las nuevas manifestaciones religiosas, o incluso no religiosas, como el yoga, ejercicios de meditaciones grupales y muchos otros, se pueden percibir como una forma de salir del mundo actual, muchas veces convulsionado y que no llena de un todo sus expectativas; esto nos hace ver esa necesidad de encontrarse con su propio yo, esa necesidad de una lectura interior que les ayude a dar respuestas a sus continuos interrogantes. Creo que nosotros podríamos ayudar mucho en este aspecto, sobre todo en nuestros grupos, que sean abiertos a este tipo de prácticas, donde el joven pueda encontrarse con los otros y con ellos mismo, dejar a un lado muchos métodos tradicionales que hoy en día no dan respuestas a las inquietudes de nuestros jóvenes, debemos proponer un encuentro consigo mismo y ese encuentro se puede llevar a cabo a través de nuestras comunidades religiosas, ofreciendo experiencias de participación en la vida de oración de nuestras comunidades, momentos de fraternidad y a través del apostolado, como una forma de poner en acción esa experiencia trascendental, que no se queda en lo trascendente sino que se pone en práctica a través de pequeñas experiencias apostolado o voluntariado, que el joven se pueda confrontar con una realidad que lo toque, que lo impacte y pasar de la contemplación a la acción.
Acompañamiento personal…
El camino personal de cada individuo es diferente, está influenciado por su entorno y que éste lo lleve a tomar alternativas un poco diferentes lo cual supone a que muchas veces no son entendidos en la familia o en un determinado grupo al que estos pueden pertenecer. Por tal motivo creo que es muy importante el acompañamiento personal a cada joven, que seamos punto de referencia para aquellos jóvenes que están en una búsqueda constante, muchas veces escuchamos de sus propios labios “la vida no tiene sentido”, y creo que como iglesia, como misioneros tenemos que ser un punto de referencia para que estos descubran el sentido de la vida, y esto puede ser posible a través del dialogo y del acompañamiento personal y colectivo de nuestros jóvenes y grupos, que constantemente están en una continua búsqueda.
La vocación a la vida, es dar a conocer el don precioso que Dios nos ha regalado a cada uno, recocer que “Yo soy una vocación necesaria en esta tierra” que ella necesita de mí, y yo necesito de ella, que la sociedad futura y la actual se van construyendo con mi aporte en beneficio de esta; vivir siempre teniendo en cuenta de que cada joven, y cada uno de nosotros es protagonista de la historia y que juntos estamos llamados a construirla.