La gran dificultad que existe entre los jóvenes y su manera de vivir la fe, representa hoy una especie de batalla para nuestras iglesias, en un lenguaje un poco exagerado podríamos decir, como una especie de última batalla, sí una última batalla, al menos en los tiempos actuales. A la hora de buscar un vencedor o un perdedor no será solo esta generación de jóvenes quienes pierdan esta batalla sino también las generaciones futuras; se podría hablar de toda una iglesia que pierde la oportunidad de abrirse y renovarse con esos aires nuevos que nos ofrecen los jóvenes hoy. Sería de tontos el pensar que sin los jóvenes en nuestras iglesias, ésta podría sobrevivir, necesitamos de ellos, ya que su futuro depende en gran parte de los aportes y novedades que ellos pueden aportar.

Una batalla interna

Se trata de ver al interno de la Iglesia, el papel que han jugado a lo largo de los últimos años y para ello podríamos interrogarnos sobre ¿cómo han vivido la fe los jóvenes que han estado en nuestros centros y que ya no están? ¿qué novedad le ofrecemos nosotros para la vivencia de su fe hoy? ¿Será que aquello que les ofrecemos, no responde ya a sus expectativas? Los métodos de evangelización y educación en la fe como la catequesis de Primera Comunión y Confirmación, los grupos juveniles ¿tienen un valor en la actualidad? La Catequesis impartida a nuestros niños y jóvenes hoy, ¿responde a lo que ellos exigen y esperan actualmente? ¿estas catequesis vienen profundizadas en el seno de la familia? Ceo que son preguntas necesarias y que nos deberían de llamar continuamente a la reflexión, para de una u otra manera combatir este mal que cada día es más latente y lo constatamos al interno de nuestras iglesias, sobre todo cuando entramos a muchas de nuestras celebraciones litúrgicas y vemos que la presencia de los jóvenes es mínima y en muchos casos inexistente.

Una batalla externa

Podemos ver todas las cosas que están fuera de las iglesias y que atraen a nuestros jóvenes: las nuevas tecnologías, los diferentes movimientos y grupos que no se identifican con ninguna religión pero que sí son llamativos a nuestros jóvenes, y que muchas veces actúa como un medio de fuga, para combatir aquello que en las iglesias se ha vuelto tradicional, mientras que estos movimientos les ofrecen la novedad y de la cual ellos quieren hacer su propia experiencia. Veo con cierta curiosidad también como los niños (futura generación) que participan en la catequesis son guiados muchas veces por sus padres a iniciar otro camino, es decir la catequesis no es lo más importante, antes de eso está el cumpleaños del amigo, la eucaristía dominical es opcional ya que hay cosas mucho más importante que hacer, como irse al campo, ir al mar y un sinfín de cosas que poco a poco hacen que los niños vayan perdiendo ese sentido de responsabilidad y de compromiso con y por la iglesia, en muchos casos el futbol es más importante que el participar de la catequesis o incluso de la eucaristía dominical; son estos elementos que poco a poco han ido entrando progresivamente en la sociedad y que hoy no sabemos cómo equilibrarlos ni hacerles frente.

¿Cómo hemos llegado hasta este punto?

En los últimos quinientos años, podemos ver cómo se nos han presentado dentro de la iglesia una serie de batallas culturales; una de ellas podría ser con Lutero, teniendo como fruto una profunda revisión dentro de la iglesia, lo que llevó a elaborar una propuesta diferente del cómo se estaba viviendo la fe al interno de la iglesia, y así otros movimientos posteriores como jansenismo, iluminismo, el romanticismo que de una u otra manera influyeron a la apertura y condena de ciertos métodos que no daban respuestas a lo que se vivía en aquellas épocas; hemos visto como la modernidad empujada por Darwin, Marx, Nietzsche, Freud, Einstein y muchos otros han traído cambios significativos y que de una u otra manera han tenido repercusión en la vida de la iglesia y de la sociedad actual, y que hoy estamos viviendo sus frutos.

Lo que podemos ofrecer

Como iglesia debemos crear espacios a nuestros jóvenes, espacios donde estos puedan sentirse identificados con el proyecto de Jesús, un proyecto que va más allá de momentos de oración; crear momentos para compartir la vida desde lo cotidiano; fomentar en nuestras comunidades o parroquias, esa llamada de atención a las futuras generaciones, y también a los responsables de esas futuras generaciones (sobre todo a los padres), que no basta con la educación en la fe que nosotros ofrecemos al interno de la iglesia, que es necesario el aporte que ellos pueden ofrecer y que es muy valioso, nos falta continuidad, y si no hay continuidad, el proyecto evangelizador está destinado al fracaso, nos falta despertar esa “Iglesia Domestica” de la cual nos habla el  Vaticano II.

No nos dejemos vencer tan fácilmente, podemos combatir esta batalla hoy, pero para combatirla necesitamos a soldados que compartan nuestros mismos ideales, que son los de Jesús, y que nos llama a todos a colaborar sin hacer ningún tipo de distinción. Tú joven ¿Nos ayudas?