La valentía o el coraje es la fuerza de voluntad que puede poseer una persona para llevar adelante una acción a pesar de los impedimentos. Por lo tanto, la valentía implica enfrentarse a situaciones valiosas e importantes para superar el miedo a fracasar en ellas.
Aunque no es la intención aquí zambullirnos en las técnicas de psicoterapeutas o psiquiatras, es sugestivo el Eneagrama, el muy conocido recurso que clasifica la personalidad en 9 caractéres denominados Eneatipos, cada cual con su “defectos” determinados y sus correspondientes virtudes. Por ejemplo, la Eneagrama postula que los del número 6 en su estado más sano, son valientes. Tienen coraje, la virtud que tratamos de abordar ahora. De todas formas, todos tenemos nuestros miedos, y todos necesitamos la virtud de la valentía para vivir.
¿Te imaginas cómo emprenderían sus conocidas iniciativas sin tener el coraje los personajes como Cristóbal Colón, Nelson Mandela, Oscar Romero, etc.? ¡Cuánta dosis de valentía le sirvió a Martin Luther King! Indudablemente, la necesitó Malala Yousafafzai, la niña paquistaní que en 2014 a los 17 años, llegó a ganar el Premio Nobel de la Paz por defender el derecho de las niñas a la educación.
Valentía como superarse
No me he olvidado la experiencia juvenil de Ad Gentes con los misioneros de la Consolata en Portugal este verano en el aniversario de los 100 años de las Apariciones de Fátima. Me viene a la mente los miedos de algunos jóvenes, tal como viajar en avión por primera vez, y el temor a la experiencia en un barrio marginado y conflictivo de Zambujal. Con valentía, se enfrentaron esos miedos con éxito, manifestando la capacidad de superarse.
Creo que la técnica para vivir la valentía es conocer y reconocer la situación propia, relajarse, y trabajar sobre las ganas de lo que se quiera emprender, es decir, dándose una razón lo suficientemente fuerte que te motive a perseverar cuando las cosas no te salgan como esperabas objetiva o subjetivamente. ¡Querer es poder!
La valentía te ayuda, joven, a actuar en los indeseables escenarios imperantes de nuestra sociedad actual. Te ayudará a vencer la indiferencia ante el mal y las injusticias, actuar contra la violencia, vencer la manipulación política, estar atento al materialismo reinante, vigilar contra la intolerancia religiosa y racial, navegar en el laberinto social de la crisis laboral, corresponder sin apocamiento a la propia vocación, etc.
La valentía misionera
Innumerables misioneros, con su coraje, han contribuido al bien de la sociedad, a la transformación de la misma. La recién beatificada misionera de la Consolata Irene Stefani tuvo coraje para vivir la pobreza, la fatiga, el choque cultural, hasta vencer el miedo a la peste de la mujer que murió en sus brazos mientras asistía a ésta, y luego sucumbir ella a la misma enfermedad. Y así murió en Kenia, con tan solo 39 años de edad durante la Primera Guerra Mundial. Son muchos misioneros que siendo voz de los sin voz resisten la dislocación de los habitantes originarios de pueblos con terrenos de minerales u otros elementos preciosos y por lo tanto codiciados. Es la situación en la misión entre los pigmeos de la Republica Democrática del Congo, con los pueblos indígenas en la Amazonía de Brasil, etc.
Durante el Ángelus del la Jornada Mundial de las Misiones, el Papa Francisco recordó la exhortación de San Pablo a Timoteo, que nos impulsa a tener coraje: “¡Hoy es tiempo de misión y es tiempo de coraje! Coraje para fortalecer los pasos vacilantes, para retomar el gusto del gastarse por el Evangelio...” De reconocer nuestros errores y nuestras limitaciones. El coraje de salir. De salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesiten de tu ayuda.
Para la realización personal y la construcción de la sociedad
Resumiendo, expongamos que la valentía nos ayuda a lograr la realización personal, siguiendo lo que el Buen Dios ha puesto en nuestra vida. “Lo más importante es que tengamos el coraje de seguir a nuestro corazón y a nuestra intuición”, dijo Steve Jobs, el reputado fundador de Apple Computer.
Esa realización tiene un impacto en la sociedad, la comunidad que nos alberga en este mundo. Es a través de nuestro compromiso, en nuestra vocación, también la misionera, que trabajamos por los demás y con los demás. La virtud de la valentía nos brinda la determinación para actuar y para resistir las tentaciones y superar los obstáculos en la vida, para navegar bien los mares tormentosos de nuestras vidas con la firmeza de carácter.
La Iglesia reconoce que los jóvenes son la esperanza de la misión. Ellos buscan caminos en los que poner en práctica el valor y los impulsos del corazón al servicio de la humanidad. Como afirma el Papa Francisco, “Son muchos los jóvenes que se solidarizan ante los males del mundo y se embarcan en diversas formas de militancia y voluntariado…”. Y parafraseando al célebre Albert Einstein, “La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa.” Querido joven, ¿te sentarás para ver lo que pasa? ¿Te vencerá el miedo o le vencerás tú?