La sinceridad es la forma libre de manifestación de nuestra propia interioridad, sin fingimientos ni engaños, que se constituye en virtud del ser humano. Es un proyecto enaltecedor del cristiano que sabe descubrir en la vida ordinaria de cada persona, un camino capaz de conducir a la plena identificación con Cristo.
¿Cómo la vivimos hoy?
Hoy en día se piensan que el valor de la sinceridad es poco practicado, porque vivimos en una sociedad donde pesa más lo que tienes y aparentas a lo que en realidad eres y sientes, es por ello que la sinceridad adquiere un gran valor en la actualidad. Nunca se justificará el dejar de decir las cosas, de mostrarte como eres por el hecho de no perder tu identidad, amistades, puesto de trabajo o el buen concepto que se tiene de nuestra persona; pero bien sabemos que en la vida no siempre es fácil ser sinceros, por eso debemos reflexionar y hacernos esta pegunta ¿por qué a veces sentimos que no podemos ser sinceros con quienes nos rodean?
La respuesta es que simplemente se tiene temor de perder algo que creemos indispensable para nosotros, o hay un cierto miedo a mostrarnos tal como somos.
La sinceridad como valor cristiano
La sinceridad debe constituir un objetivo para el cristiano, debe ser una prueba ante Dios de la propia rectitud que se tiene como persona, llegar a defender la verdad hasta el punto de arriesgarse a ser juzgado por ella. Toda nuestra gloria consiste en el testimonio que nos da la conciencia de haber procedido en este mundo con sencillez de corazón y sinceridad delante de Dios y de los demás.
Hacia dónde vamos
Dentro de cada ser humano hay una mezcla de sinceridad y de engaño, su tendencia muchas veces es hacia el mal o el bien común y al bien personal, esto nos invita a ser sinceros ante los ojos de Dios, ya que cuando no lo somos estamos fuera de Él. Para ser sinceros se tendrá que escuchar la verdad aceptarla donde sea que se encuentre; y cuando se encuentra, es necesario detenerse y pensar ¿cómo es mi sinceridad?, me estoy mostrando como realmente soy, o simplemente reflejo lo que una sociedad moderna quiere que sea. ¿Cómo está mi sinceridad con Dios?, ¿realmente lo que decimos es conforme a lo que pensamos y sentimos?, son preguntas que nos ayudan a crecer cada día como personas que buscan cambiar de una manera sencilla la visión que se tiene de la sociedad actual.
Vivirlo en la sociedad de forma coherente
Muchas veces confundimos la sinceridad con sacar a relucir y exponer los errores y defectos del otro, sin detenernos a pensar que no estamos siendo sinceros sino que estamos atendiendo a un llamado interior para esconder la envidia que sentimos hacia esa otra persona. Muchas veces llegamos a fingir ser sinceros, es decir en nuestro lenguaje hablamos mucho del amor, de la verdad, la solidaridad y la paz, pero nuestra vivencia es contraria a eso que predicamos y terminamos muchas veces engañándonos a nosotros mismo y alejándonos de las enseñanzas de Jesús. Pero la sinceridad verdadera debe salir del corazón del hombre y de la mujer, mostrarse tal cual es ante Dios y la sociedad en la cual vivimos.
Sin sinceridad no se podrá aplicar correctamente las enseñanzas de Cristo, y sin las enseñanzas de Jesús no se podrá aplicar correctamente la sinceridad.
Nunca dejes de buscar ser más sincero, cada paso hacia la sinceridad es un paso más cerca de Dios.